El gran día

¡Hola a todos! Nuevamente, pasaron cuatro días desde mi última publicación. Pero ustedes saben por qué, ¿cierto? Y si no, les cuento que fue porque mi hija Alexandra hizo su Primera Comunión el pasado domingo y yo estuve atareadísima con los preparativos respectivos y el recibimiento de la familia que llegó de Perú, de Bélgica y de algunas ciudades de Alemania.

¿Qué les puedo decir? Pues que la ceremonia salió lindísima y que la celebración también. Todos los niños participaron en la Misa, hubo un coro precioso que llenó la iglesia de música variada y el sacerdore se lució con una homilía cercana e invitadora, que incluyó preguntas y simpáticas anécdotas que nos hicieron reir.

Saben quién es, ¿verdad? Pues sí, se trata de mi "bebé", Alexandra, en una de sus primeras fotos, lista para partir hacia la iglesia... ¿no es linda?:-)

Así lucía la Liebfrauen Kirche, antes de la entrada de los niños. Cada familia contaba con sólo ocho asientos asignados, así que el resto se vio obligado a llegar más temprano, para asegurarse un lugar.

Se contrató a dos fotógrafos profesionales para tomar las fotos de la ceremonia. Como a nosotros no se nos permitió hacerlo, sólo puedo mostrarles las que saqué fuera de la iglesia, con Alexandra, su grupo y el Padre Jansen, párroco de la Liebfrauen Kirche.

¿No decía yo? Bastó que el Padre los animara, para hacerlos reir, gritar y alzar los brazos con entusiasmo:-))

Terminadas las fotos de grupo, cada niño fue a encontrarse con sus respectivas familias...

Miren a mi enana, después de haber comulgado por primera vez. Ya más tranquila (andaba un poco nerviosa antes de la ceremonia), se prestó a ser fotografiada con todos y por todas las cámaras que se le pusieron enfrente:-)

He aquí a Alexandra con su "papapa" peruano (Fernando) y su "oma" alemana (Hermine).

Y, ahora, la familia peruana en pleno: el tío Mario, la tía Roxana, la tía Silvia (mi hermana), mi papi y yo.

A continuación, le llegó el turno a la familia alemana: Iris, Melanie, Petra, el tío Peter, Marie-France, Luc y la tía abuela Marlene.

Luego de la iglesia, ambas familias y un íntimo grupo de amigos nos reunimos en el restaurant italiano "Salento" para el almuerzo. Ésta es una de las dos mesas que se prepararon y que, con la ayuda de mi suegra (ella con las flores y yo con el resto), decoré para la ocasión.

¡Por fin! Una foto de nosotros cuatro (con tanto invitado, tanta organización y tanta foto, no fue fácil encontrar el momento:-).

Antes de sentarnos a la mesa, nos dimos tiempo para algunas fotos más: la primera, con la familia de Lima.

¿No son lindos? Mi querido Sebastian no pudo evitar darle un buen abrazo a su hermana... ¡se sentía orgullosísimo!:-)

"¡Salud!", dijo el papapa y, con él, todos hicimos un brindis en honor a la agasajada.

Y, ahora, los amigos: aquí tienen a Carmen (derecha) y Karina (izquierda), quienes son peruanas también y, aunque no lo crean... ¡madre e hija! (por ahí, alguien pensó que eran hermanas:-))

Ellas son Roxana (mi tía querida) y Karin (una muy buena vecina y amiga)... ¡mil gracias a las dos por venir!

Y éstos son los infaltables Joe y Olga, nuestros mejores amigos. Él es, además, compañero de trabajo de Guido (mi esposo) y ella, amante del sellado, como yo:-)

Finalmente... ¡a la mesa! Mi papi, mi hermana, Roxana y Mario, esperando a que llegue la entrada...

... y más que dispuestos a pasarla bien:-))

¿Y las fotos? Como dije, más de uno llevó cámara, pero fue Joe a quien nombramos nuestro fotógrafo "oficial":-)

Ya se los presenté antes, así que ahora sólo añadiré que Peter es el padrino de Alexandra y que, claro, no podía faltar una foto de él y de Petra, su novia.

¡Mmmmm...! Estuvo buena la entrada, ¿cierto?, pero mejor, la amena conversación que hizo que todos, grandes y chicos, la pasáramos bien...

... sino, pregúntenles a Marie-France, Luc y Marlene, quienes vinieron de Bruselas y que, a pesar de las limitaciones de idioma (Luc sólo habla flamenco y un poquito de inglés), no tuvieron problemas en comunicarse y, por supuesto, divertirse:-)

Con Melanie e Iris quisiera terminar esta publicación, pero no porque así lo quiera, sino porque, sin pretenderlo, resultó un poquito larga y no los quisiera aburrir. Simplemente, tenía ganas de compartir con ustedes este día tan especial para nosotros, que no sólo acortó distancias (hay 10,487 kilómetros entre Perú y Alemania:-), sino que nos unió aún más.

Entonces, esperando que lo hayan disfrutado también, los dejo, que tengo un sinfín de pendientes que cumplir y la rutina llama.

Un abrazo, se me cuidan mucho y... ¡hasta la próxima!