lunes, 27 de agosto de 2018

Pisco y playas en el sur

¡¡¡Holaaaaa!!! Aunque quise seguir con mi relato de mi último viaje ayer mismo, no me alcanzó el tiempo, ya que tuve que conducir poco menos de trecientos kilómetros hasta Sinsheim, para recoger a mi hijo Sebastian de casa de su abuela.

Pero, bueno, aquí estoy de nuevo, lista para empezar a contarles sobre nuestro último tour hasta Ica, donde pernoctamos una vez, y luego hasta Paracas, donde nos quedamos un par de días más.


Después de oir un par de comentarios y recibir varias recomendaciones sobre "la ruta del pisco", nos decidimos a hacerla, partiendo un miércoles (¿o fue un jueves?) muy temprano, con algunos sándwiches riquísimos preparados por mi cuñado Daniel, en el auto de mi querida hermana Silvia.


Tras registrarnos en el hotel y dejar nuestras cosas en el cuarto, nos recogió un chofer súper amable, que nos llevó a las "Bodegas Vista Alegre", de producción industrial, donde se nos explicó el proceso de elaboración del vino y del pisco peruanos, para concluir con la respectiva cata y la "obligada" compra de un par de botellas:-)


La siguiente parada fue en una bodega artesanal, "El Catador", donde igualmente se detalló los pasos a seguir para la producción de ambas bebidas. Fue de verdad interesante conocerlos y descubrir que no todo se hace como uno piensa… No les digo más, por si deciden seguir esta ruta ustedes mismos;-)


Para terminar, visitamos y degustamos los vinos y bebidas elaboradas a base de pisco en otra muy conocida bodega artesanal: la "Tres Generaciones". Una vez más, nos animamos (¡y ya bien animados que estábamos!:-)) a comprar una nueva botella; en esta ocasión, una crema deliciosa hecha con pisco y lúcuma, la "fruta bandera" del Perú... No se imaginan lo rica que es, así que si pasan por allí, no se olviden de probar una;-)


Tras dormir en Ica y reponernos de la larga cata (algo más que necesario:-)), nos subimos nuevamente al auto para continuar nuestro camino hacia Paracas, con el fin de visitar su reserva natural y las famosas Islas Ballestas. Mi esposo y yo ya habíamos estado allí una vez pero mis hijos  no, así que consideramos ésta una buena oportunidad para volver.


Lo primero que hicimos al llegar fue dar una caminata a lo largo del malecón. Desde la última vez que visité Paracas, muchas cosas habían cambiado: se construyeron varios hoteles (aquí nos hallamos caminando por el muelle de uno de ellos), los bares y restaurantes proliferaron y los puestos de souvenirs encontraron más de un lugar para ofrecer sus productos. Increíble.


Lo cierto es que quedé gratamente sorprendida con todo y más que contenta al ver a mi familia disfrutar de esta nueva aventura, que nos hizo compartir tanto juntos… ¡Gracias, Perú!:-)


Al atardecer y para celebrar nuestro primer día en Paracas, nos sentamos a la mesa en un bar e hicimos un brindis con dos "chilcanos" y un par de jugos naturales… ¡Mmmm!!:-)


A la mañana siguiente, emprendimos nuestro esperadísimo tour de media hora en lancha hacia las Islas Ballestas, famosas por su fauna marina y sus aves guaneras, así como por sus llamativas formaciones rocosas.


Durante el camino, hicimos un alto para apreciar el gran "Candelabro", de 180 metros de largo y una antigüedad aproximada de 2,500 años… aunque su origen lo explican algunas teorías, éste continúa siendo un misterio… como ocurre con tantas otras de las maravillas de mi querido Perú... Impresionante, ¿no creen?


Finalmente, llegamos a las islas y nos dejamos sumergir en este mundo lleno de vida propia. Cormoranes, pingüinos y otras aves cuyos raros nombres lamentablemente no recuerdo, se apiñaban sobre las rocas o volaban alto, poniendo en peligro la pulcritud de nuestra lancha:-))


Y he aquí, a uno de los habitantes preferidos de las islas: los lobos marinos. Aunque no era época de reproducción, varios se dejaron ver y hasta posaron tranquilamente para unas cuantas fotos… ¿verdad que son lindos?


Como dije, otro de los atractivos de las Ballestas son sus formaciones rocosas, las que pudimos apreciar muy de cerca, sorprendiéndonos con sus caprichosas formas.


Luego de más de dos horas de tour en el mar, volvimos a tierra para emprender el de la reserva nacional. El viaje incluyó la visita a diferentes y preciosísimas playas, entre las que se encontraban la "Catedral", la "Supay", la "Mina" y la playa "Roja".


Según se nos explicó, casi todas estas playas ofrecen una vista espectacular pero es imposible nadar en ellas, ya que las corrientes son fuertes y resultan muy peligrosas.


Con esta foto de mis "bebés" en la orilla del mar, quisiera terminar la historia de mi estadía en Perú e irme despidiendo de ustedes para, la próxima vez, volver a la creatividad. Ha pasado mucho tiempo ya y va siendo hora de desempolvar mis tintas y mis sellos para compartir con ustedes algunas ideas.

Espero, pues, no haberlos abrumado con tanta historia sino, por el contrario, haber despertado con ella su curiosidad y las ganas de visitar mi querido país. Si por ahí necesitan tips para un futuro viaje, no duden en hacérmelo saber;-)

Un fuerte abrazo, entonces, y nos vemos en un par de días más… ¡Chau!

sábado, 25 de agosto de 2018

Camino a Cusco

¡Hola a todos! ¿Vieron mi entrada de ayer? ¿Les gustó? Espero que sí, ya que con sólo contarles sobre mi viaje a Perú y recordar los lindos momentos que pasé con mi familia, no hice más que sonreir y añorar mi querido país.

Pero bueno, mi relato de ayer fue sólo parte de lo que les quiero contar y hoy, tal y como les prometí, continuaré con un par de fotos más y algunas de nuestras experiencias en la tierra de los incas…



Después de cuatro días de hospedaje en Urubamba, desde donde salimos a visitar Ollantaytambo, Pumamarca, Machu Picchu, Maras y Moray, nos despedimos del Valle Sagrado para enrumbar hacia la ciudad de Cusco. En el camino, hicimos algunas paradas en lugares de visita obligada como Chincheros, donde quedamos prendados de su iglesia colonial, adornada con bellos murales.



Es interesante ver la mezcla de la arquitectura inca con la hispánica. Se cuenta que los españoles, con el fin de erradicar las antiguas creencias de los antiguos peruanos, destruyeron gran parte de sus edificaciones para levantar, sobre sus cimientos, los nuevos templos católicos.



Tras entrar y admirar su estructura (desgraciadamente está prohibido tomar fotos y sólo pude hacerlo por fuera) volvimos a salir e, invitados por nuestro guía, nos dirigimos hacia la parte trasera de la iglesia para dejarnos sorprender por la amplitud del paisaje, más muros de piedra y andenes de construcción perfecta.



Y, claro, estando ahí y con ganas de perpetuar lo visto en la memoria, decidimos tomarnos algunas fotos más… ¿Qué tal ésta?:-))



Una de las experiencias más lindas para mí, fue la de presenciar la preparación de la lana, de alpaca y de vicuña para su correspondiente tejido.

Todos quedamos fascinados al descubrir que los pobladores de Chincheros utilizan la raíz de una planta…¡¡¡como jabón natural para el lavado de la lana!!! Sí, como lo leen. Cortan un pedazo de esta raíz y lo agitan dentro de una vasija con agua para formar espuma; luego, introducen la lana del animal (al que, por cierto, nunca se le bañó) y la refriegan un poco, con lo que al cabo de unos pocos minutos, la lana queda blanca y lista para su teñido… Increíble, ¿verdad? 

Y para el color, trituran distintas hojas de plantas y cochinillas, que después introducen en cacerolas con agua hirviendo, donde se mantiene la lana en remojo. Súper interesante.  


Después de Chincheros, Pavel, nuestro querido y simpático guía/chofer (si quieren el dato me avisan, que se los doy con muchísimo gusto) nos sugirió visitar un lugar poco conocido por los turistas pero de igual atractivo: el Templo de la Serpiente.

Tras divisar parte de sus muros, ubicados sobre una pequeña loma, nos dirigimos hacia allí para terminar descubriendo el "lugar del sacrificio"...



Según nos contó Pavel, sobre esta enorme roca, en la que se halla tallada una serpiente, se colocaba una llama, especialmente elegida como ofrenda a la madre tierra. Con el sacrificio, se confiaba en que ésta se tornara fértil, al recibir la sangre de la llama degollada, que seguía el curso del cuerpo de la serpiente tallada en la piedra hasta llegar al suelo.



En esta habitación circular, perfectamente conservada, nos detuvimos unos minutos para admirar el valle desde una de sus ventanas. Lindísimo, la verdad, y una gran suerte haber contado con Pavel, ya que sin él, lo más probable es que ni nos hubiésemos enterado de la existencia de estas interesantes ruinas. Punto para él;-)



Ya más cerca de Cusco, se encuentra Tambomachay, cuyo nombre en quechua significa "lugar de descanso" y que estuvo destinado al culto del agua. Este camino, flanqueado por frondosos árboles, nos llevó hasta su impresionante pila ceremonial…



Esta pila (con la que, sí o sí, tenía que tomarme una foto:-)), canaliza el agua de un manantial por sus distintas fuentes de piedra. Definitivamente, una prueba más de la avanzada ingeniería inca… una maravilla.



Era algo tarde y el clima comenzó a cambiar. Luego de haber gozado sólo de días calurosos y soleados, el cielo se cubrió de nubes y amenazó con llover, por lo que decidimos acelerar el paso para visitar Sacsayhuaman y su impresionante fortaleza.

Lamentablemente el viento se hizo más fuerte y, al no contar con el suficiente abrigo, nos vimos obligados a hacer un recorrido rápido de las ruinas y a volver a la camioneta de Pavel antes de lo planeado… No way:-(



Y finalmente... ¡¡¡Cusco!!! Aunque llegamos algo tarde (primero tuvimos que dejar las maletas en el hotel y registrarnos como corresponde), pudimos disfrutar de un paseo nocturno por el centro de la ciudad y tomar unas cuantas fotos de sus calles y de su catedral iluminada.



Ya luego y habiendo llegado la hora, caminamos hasta el "Baco", un restaurant de comida gourmet buenísimo, que unos primos míos nos habían recomendado. La verdad es que resultó un placer degustar cada plato y la recompensa perfecta tras los ajetreados días de viaje… Una excelente elección.

Ahora sí, esto fue todo por hoy… ¿Qué me dicen? ¿"Viajaron conmigo"?:-) Espero que haya sido así y que mis palabras les haya permitido transportarse a los lugares que visitamos. Si no fue así o si con ellas llegaron al menos a sentir curiosidad por lo que Cusco puede ofrecerles, tomen el avión y visítenlo ustedes mismos… les aseguro que la experiencia cumplirá con creces sus expectativas;-)

Un fuerte abrazo y, si Dios quiere y el tiempo me lo permite, mañana vuelvo con otro pequeño viaje (y el último de estas vacaciones en Perú) al sur de mi querida Lima... ¿Me acompañan? Cruzo los dedos;-)… Cuídense mucho y... ¡nos vemos!

viernes, 24 de agosto de 2018

Tierra de incas

Tardé pero aquí estoy otra vez y con muchas cosas que contar. Primero (y creo que esto ya lo sabían), estuve de viaje en Perú, visitando a mi familia y aprovechando las cuatro semanas de estadía en mi amado país para pasear un poco con mi esposo y mis hijos.

De hecho, fueron muchas las experiencias vividas y, ahora, sólo me queda dar gracias por cada minuto pasado con quienes quiero y por poder compartir con ustedes algunas de las maravillas de mi país.

Sí, aunque son muchísimas las fotos que tomé (menos habría sido imposible:-)), quisiera aprovechar la oportunidad para mostrarles un poco de mi tierra y, por qué no, animarlos con ello a conocerla…


Tras dos semanas intensas en Lima, llena de invitaciones y encuentros con familiares y amigos, tomamos un avión a Cusco, la capital del imperio inca.

Nos hospedamos en el Valle Sagrado de Urubamba, desde donde iniciamos el primer recorrido hacia Ollantaytambo, antiguo pueblo de construcciones originales, que desempeñó un papel importantísimo durante la resistencia inca frente a la conquista española.


Además de sus calles estrechas y empedradas, sus viviendas y canales de agua, nos dejamos atraer por sus incontables puestos, llenos de  una variada artesanía y textiles multicolores… ¿Verdad que llaman la atención?


De ahí, nos encaminamos hacia su conocido centro arqueológico, para admirar sus terrazas y sus muros de defensa casi perfecta.


Tras tomar un poco de aire, algo de impulso y dar el primer paso,  emprendimos la subida, sin atrevernos a contar la infinidad de escalones que nos precedían:-))…


… con lo que pudimos disfrutar del paisaje en todo su esplendor y deleitarnos con su imponente arquitectura.



Obviamente, nos dimos un tiempo para una pausa de vez en cuando, para tomar las fotos de rigor…


… y para ver algunas de las construcciones algo más de cerca.

Como seguramente más de uno sabe, en Ollantaytambo se toma uno de los trenes que llevan hasta Aguas Calientes, la estación previa a las famosísimas ruinas de Machu Picchu. Eso fue, precisamente, lo que hicimos un día después, tras levantarnos al alba.


Luego de un viaje de una hora y cuarenta minutos en tren, la espera de otra hora más en Aguas Calientes y media hora adicional en bus, llegamos por fin a nuestro destino: ¡Machu Picchu!

Debo decir que el viaje en sí es todo un espectáculo y hay que mantener los ojos bien abiertos para no perderse las impresionantes montañas por las que nos abrimos paso… ¡es alucinante!


En fin, he aquí la clásica foto de postal, captada por mi cámara y en la que aparecen las mundialmente conocidas ruinas de Machu Picchu, frente al imponente Huayna Picchu... Para quitar el aliento.


Algunos dicen que no irían por lo concurridas que son, pero créanme que no hay nada comparable a la sensación de pisar ese suelo y respirar la atmósfera del lugar. Es una experiencia única.


Además, el número de visitantes está limitado por día y, como pueden ver, se encuentra más de un momento y un punto ideal para descansar, tomar una foto o, simplemente, respirar hondo y contemplar el paisaje.


Antes de dejar las ruinas, quisiera mostrarles uno de los lugares que más me impresionó: el Templo del Cóndor... ¿Ven su cabeza? Es la que se halla tallada en el piso. Las alas (aunque en mi foto no se ven) la forman dos piedras enormes, que se aprecian en la pared trasera del templo y se extienden a los lados. Una maravilla.


Tras despedirnos de Machu Picchu y de estas bonitas llamas, dimos por finalizado nuestro tour y tomamos el bus de regreso a Aguas Calientes para almorzar.


Preguntamos por un buen restaurant y nos recomendaron el "Tree House" del hotel "Rupa Wasi", al que llegamos tras toparnos con el señor "inca" y dar un par de vueltas por el pueblo:-)


¡¡¡Buenísimo!!! Aunque un poco caro en relación a los precios de otros locales, no lo fue si tomamos en cuenta la calidad y originalidad de los platos que nos sirvieron. Todo estuvo realmente delicioso y nos quedamos con ganas de repetir:-)

A pesar de que la visita a Machu Picchu nos dejó felices pero a la vez agotados, no dudamos en levantarnos temprano al día siguiente para continuar nuestro viaje hacia Maras y conocer sus famosas salineras…


Maras se halla a más de 3,000 metros de altura y cuenta con más de 3,000 pozas (algunos dicen que hasta 5,000) de aproximadamente 5 m2 cada una, en pleno funcionamiento. Al llegar, la vista resulta impresionante y, cuando uno se acerca, se siente irremediablemente atraído por el blanco de la sal, con lo que su compra posterior se hace imprescindible.


Para terminar esta publicación (que sin querer se me hizo larga:-)), les presentaré la última visita del día: Moray. Ubicada a sólo 8 kilómetros de Maras, esta población cuenta con el más importante "laboratorio" inca, creado con el fin de lograr la adaptación de la distintas plantas de la zona a la altura de la región. Inteligente, ¿verdad?

Como ven, el mío fue un viaje largo que, por supuesto, no termina aquí. Si están de acuerdo y deciden volverme a visitar, los saludaré nuevamente mañana para continuar con mi historia y compartir con ustedes algo más de mi querido Perú;-)

Los dejo, entonces, esperando que hayan disfrutado esta entrada; les mando un fuerte abrazo y les deseo unas muy buenas noches… ¡Nos vemos!