lunes, 8 de mayo de 2017

Bella Italia - Parte 1

Volví a Hennef el miércoles en la noche, tras pasar cinco maravillosos días con dos amigas latinas en el norte de Italia. Una de ellas, Romina, vive a sólo 20 km. de Venecia, así que tras venir a verme dos veces (la primera, hace dos años, cuando participó en el workshop en el que nos conocimos), fui yo quien se animó a visitarla. Lo hice con Vero, otra amiga muy querida, a quien ya les presenté anteriormente y con quien planeé el viaje hace unos meses atrás.

Mejor clima no pudimos tener y lo aprovechamos al máximo, subiéndonos a trenes, vaporettos y al auto de Romina para pasear por Venecia y las ciudades vecinas...


Nuestro primer destino fue la isla de Murano, famosa por su artesanía de cristal. La verdad es que yo había oído hablar muy poco de ella, pero tras los relatos de mi hermana Silvia, quien la acababa de visitar, no dudé en convencer a mis dos amigas para hacerlo también:-)


Al igual que Venecia, Murano está atravesada por infinidad de canales. Recorrimos varias de sus calles, admirando los objetos de cristal de sus tiendas, sus pintorescas casas y el movimiento de la isla...


... sumándonos finalmente a él. ¿Verdad que nos divertimos, Romi?... y tuvimos a la pobre Vero tratando de captar nuestras locuras:-)))

Luego de pasear por Murano, de almorzar y de hacer unas cuantas compras (fue inevitable, considerando tanta maravilla;-)), tomamos otro vaporetto para dirigirnos a la próxima isla: Burano...


Aunque mucho más tranquila que la anterior, nos enamoró su colorido en combinación con la sencillez de su arquitectura. Nuevamente, iniciamos la caminata, deteniéndonos sólo para admirar sus textiles (¡no se imaginan la belleza de sus encajes!)...


... y tomarnos unas cuantas fotos, para luego emprender el camino de regreso a Venecia, donde llegamos al atardecer.


Con mucha o poca luz, Venecia es, sin lugar a dudas, una de las ciudades más hermosas de Italia. Sin embargo, queríamos apreciarla en cada detalle, por lo que decidimos volver al día siguiente.


Así lo hicimos. Llegamos por la mañana en tren y, aunque nuestra intención era subirnos al siguiente vaporetto para arribar sin demora a la Plaza San Marcos, fue tal la cantidad de gente que encontramos, que optamos por hacer el recorrido a pie.


Lo más gracioso fue que planeamos hacerlo en cuarenta minutos, los que se convirtieron... ¡¡¡en casi cinco horas!!! Y es que con tanto lindo canal, tanta góndola, tanta tienda y tanta esquina acogedora, nos fue imposible reducir el tiempo... y esto sin considerar el del almuerzo...

...  y el de la imprescindible parada para tomarnos un Spritz, deliciosa mezcla de Aperol, vino blanco, soda y hielo, ideal para calmar la sed;-)


Tras descubrir nuevos muelles y embarcaderos y disfrutar del paisaje un poco más, llegamos, por fin, a la imponente Plaza San Marcos...

No fue la primera vez que la vi y seguro que no será la última. Nuevamente, las larguísimas colas evitaron que visitáramos la basílica por dentro (he aquí una razón más para volver), pero aprovechamos el tiempo en entrar al Palacio Ducal y en recorrer la plaza a nuestras anchas.

De hecho, podría seguir hablándoles de Murano, Burano y Venecia sin parar y continuar mostrándoles mis fotos, pero creo que no acabaría nunca. Es más, mi viaje no termina aquí, sino que continúa por Padua y Verona, otras dos bellísimas ciudades que prefiero dejar para mi próxima publicación... ¿les parece?

Entonces, confiando en que están de acuerdo conmigo, me despido para irme a descansar y prepararme para mañana, en que debo ir a trabajar. Les mando un fuerte abrazo, se me cuidan mucho y los dejo, hasta dentro de nada:-)... ¡Nos vemos!

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